el filósofo escocés david hume vivió en el siglo xviii, y su
pensamiento pertenece a la corriente del empirismo.
su convicción de que todo conocimiento empieza y acaba en
los sentidos, aparentemente no lleva a ninguna parte. sin embargo, hume hizo
algunas aportaciones interesantes. una de ellas, la división de los contenidos
de la mente en impresiones e ideas.
las impresiones
son datos percibidos a través de nuestros sentidos. pueden ser simples, como
por ejemplo un color o un sonido aislados; o complejas, como es el caso de la
impresión global que percibimos de una persona que tenemos delante, de una casa
que visitamos...
las ideas son las
reproducciones que hacemos en nuestra imaginación de las impresiones que hemos
recibido en un momento determinado. al igual que éstas, las ideas pueden ser
simples o complejas.
y aquí viene lo interesante: podemos formarnos una idea
compleja de algo que no existe en la realidad -como podría ser un animal
mitológico, por ejemplo-. pero esa idea compleja irreal siempre estará formada
por ideas simples que se corresponden con impresiones que hemos tenido en la
realidad en algún momento. de la misma manera que cualquier color en el que
podamos pensar siempre será una combinación de los tres colores primarios.
los sueños toman ideas individuales almacenadas en la mente,
y las asocian de manera extraña y a veces sin sentido aparente. algo parecido
sucede con las fantasías. siempre están basadas en cosas que nos han sucedido,
en conversaciones que hemos tenido...
a medida que crecemos, vamos acumulando mayor cantidad de
impresiones e ideas, y lo que es igual de importante, sabemos cómo conectarlas.
por eso, nuestras predicciones son más certeras y nuestras fantasías más
realistas.
es como si tuviéramos un juego de construcción -como el
tente o el lego-, y cada vez dispusiéramos de una mayor variedad de piezas,
teniendo además mayor intuición a la hora de juntarlas.
o, de manera similar, en un juego de recortables tendríamos
más muñecas y más prendas y accesorios para vestirlas...