en el primer año conocí a una chica que me gustaba y con la
que llegué a hacer cierta amistad. pero ahora ya no me gustaría, se puede decir
que no es mi tipo. la he encontrado en facebook, pero no me apetece demasiado
agregarla.
por otro lado, en el segundo año había una chica callada y
misteriosa con la que nunca me atreví a hablar. y me es imposible localizarla,
porque no recuerdo sus apellidos ni sé de nadie que pueda tenerla como amiga.
hace tiempo escribí un relato sobre ella.
de esas dos chicas, hoy os voy a hablar de la primera.
empecé a tener trato con ella porque era muy abierta y porque teníamos algunos
amigos en común. por aquel entonces yo era muy ‘empollón’. cuando los
profesores preguntaban “a ver, quién sabe decirme cómo se haría este problema?” yo
siempre era de los que levantaban la mano. ella luego me decía “jo, lo sabes
hacer todo!” y eso me subía la autoestima. sobre todo teniendo en cuenta que
venía de un colegio de chicos y era tímido -lo sigo siendo pero ahora lo llevo
de otra manera-, y cuando una chica me hablaba me ponía de todos los colores.
el problema con esa chica es que al lado de ella me sentía
como lo que he dicho antes, como un empollón. las gafas enormes de montura de
pasta transparente que llevaba no ayudaban mucho, la verdad. ni los pantalones
de pana color arena, que les cogí manía desde entonces. la verdad es que no me
gustaba ni mi imagen, ni mi manera de hablar, ni nada. a lo largo de los
siguientes años fui flojeando bastante en los estudios, al final acabé la
carrera a trancas y barrancas -por cansancio y falta de motivación, que ésa es
otra historia-. pero conseguí adquirir un poco más de soltura y sentirme más a
gusto en mi piel.
los amigos del grupito con el que yo iba también eran empollones, con la diferencia de que a ellos no les importaba
serlo. en los descansos, cuando tenían conversaciones pseudofilosóficas a voz
en grito, lo pasaba mal pensando que mi chica favorita pudiera oírles. y de
manera similar, cuando algún fin de semana me llevaban con ellos a exposiciones
de arte moderno y otros eventos culturetas por el estilo -yo decía que sí a
todo aunque no me gustara-, sufría al imaginar que esa chica pudiera verme por un
agujero.
en definitiva, ella me veía como un cerebrito y
probablemente le parecía bien así, pero a mí no me gustaba nada. si volviera a
establecer contacto con ella, seguramente le extrañaría que después de haber
empezado tan bien la carrera luego me estancara y tardara los años que tardé en
acabarla. porque la única faceta que conocía de mí era la de ser una máquina en
los estudios, y si esa faceta ya no existía...
algunas veces salíamos juntos de clase porque cogíamos el
autobús en la misma parada. uno de esos días, poco después de los primeros
parciales -en los cuales ella no había tenido mucha suerte-, me dijo que
iba a dejar la carrera. se había dado cuenta de que le resultaba muy difícil,
que le iba a costar un gran esfuerzo, y no le gustaba tanto como para eso.
aquélla fue la última vez que la vi, y no fui capaz de darle dos besos al
despedirme de ella ni de pedirle el teléfono. si cuando digo que por aquel entonces era
muy parado, por algo lo digo...
tras los primeros parciales tuve una época de cierta
apatía. tenía cansancio acumulado después de haber estudiado tanto, y se había
ido la chica que hacía que para mí la escuela fuera un lugar menos gris. además,
ella me motivaba a estudiar y sacar buenas notas en los exámenes. en esos días,
nada conseguía hacerme salir del aburrimiento. el recopilatorio de grandes
éxitos de roxette que me habían regalado por reyes, ya estaba cansado de
escucharlo. algunas de esas románticas canciones fueron mi banda sonora
particular para el enamoramiento que tuve con esa chica. me latía el corazón muy rápido cuando la veía, lo pasaba mal si no me decía nada... lo normal en
esos casos.
sin embargo, mi vida continuaba. tenía que seguir
estudiando, pues los exámenes de junio llegarían en un abrir y cerrar de ojos.
al final aprobé todo entre junio y septiembre. el haber tenido buenos
resultados en los primeros parciales fue un importante empujón. pero ya estaba
notando los primeros signos de declive. en el segundo parcial de dibujo, en el
que había que acotar una pieza imposible, no entregué la lámina porque con lo
que había hecho no me habrían puesto ni un 1.
como digo, poco después de los primeros parciales tenía la
mente muy cerrada. recuerdo que una tarde en la que tenía que ir al médico por algo,
me llevé los apuntes de física para leerlos en la sala de espera. el tema que
estábamos dando era el de osciladores mecánicos, y por más que lo leía no me
enteraba de nada.
en semana santa nos fuimos a murcia. la mitad del tiempo la
pasaba echando de menos a la chica que dejó la carrera, y la otra mitad
pensando en mis asignaturas. me obsesionaban en particular los dichosos
osciladores. pensaba en la manera de resolver el clásico problema de un bloque
de masa m sujeto a un muelle de constante elástica k. y es que para entender
bien cómo se resolvía era necesario saber una cosa que se daba en la asignatura
de ecuaciones diferenciales del curso siguiente. los catedráticos de mi escuela
eran así de simpáticos.
en este supuesto, lo que ocurre en esencia es que el muelle
ejerce una fuerza sobre el cuerpo que le hace volver a su lugar original. esta
fuerza es proporcional al desplazamiento x, siendo k la constante de
proporcionalidad. este producto lo igualamos a la expresión de la fuerza como
masa por aceleración, o dicho de otro modo, la masa por la derivada segunda del
desplazamiento. como el muelle tira del cuerpo en sentido contrario a su
desplazamiento, debemos introducir un signo negativo en la ecuación.
recuerdo que estas ecuaciones diferenciales se resolvían del
siguiente modo: se convertían en una ecuación algebraica con los mismos coeficientes,
en la cual cada término tenía el mismo grado que el orden de la derivada en la
ecuación original.
en este caso, de una sencilla ecuación de segundo grado se
obtienen dos raíces complejas con signos opuestos. la solución de la ecuación
original será una combinación de exponenciales de dichas raíces multiplicadas
por la variable t, que representa el tiempo.
conociendo la igualdad que relaciona las exponenciales
complejas con las funciones senoidales, desarrollamos la expresión y obligamos
a que la parte imaginaria sea nula. finalmente, llegamos a la expresión del
desplazamiento x=x0·cos[(√k/m)·t]. es de carácter senoidal -el seno
y el coseno son las dos caras de la misma moneda-, lo cual no es una sorpresa:
un movimiento oscilatorio es cíclico, y si no hubiera rozamiento se repetiría
hasta el infinito.
seguramente he omitido el ángulo de desfase. esta
demostración la he hecho de memoria sin consultar en ninguna parte. supongamos
que elegimos unas condiciones iniciales en las que el desfase es 0, y todo
arreglado.
como veis, tener que estudiar estas cosas y pensar en chicas
era una mala combinación...