el reto de nuestra amiga ginebra para este mes de noviembre
que hoy acaba, era un texto sobre la festividad de halloween -llamada samhain
en sus orígenes-. ese evento anual quedó atrás (se acabaron los buñuelos en las
pastelerías), pero me dio la oportunidad de escribir un relato sobre un tipo muy
concreto de chica...
espero que os guste, más y mejores participaciones aquí. por
cierto, la foto que veréis más abajo es de una bombilla que al parecer lleva
funcionando desde 1901. se encuentra en el parque de bomberos de livermore,
california.
Halloween era una festividad que iba muy bien con la
personalidad de Luna. Era una chica gótica en todos los sentidos: vestía de
negro, le gustaban las novelas de misterio del siglo XIX -como ‘el extraño caso
del Dr Jekyll y Mr Hyde’, que la estaba releyendo de nuevo- y los grupos
oscuros de la nueva ola británica: Smiths, Joy Division, the Cure...
La noche del 31 de octubre, Luna volvía de la facultad de
Ciencias Matemáticas. Ese día había tenido prácticas, y después se había
quedado un rato en la biblioteca estudiando. Al llegar a su pequeño apartamento
en Carabanchel, se preparó un puré de calabaza como cena. Había comprado dos
calabazas en la frutería, y la otra cumplía su función decorativa de Halloween.
Tras cenar, se sentó en el sofá del salón a ver un rato la
tele. Iba a descalzarse, y justo cuando empezaba a desatarse el cordón de su
bota derecha, se fue la luz. Se levantó a mirar el cuadro eléctrico y todo
estaba correcto, por lo que debía de ser una avería general en todo el
edificio. Tan sólo veía la luz de la vela dentro de la calabaza, y los ojos
brillantes de su gata negra Samhain.
Luna decidió bajar a la calle a dar una vuelta, ya que no
podía hacer otra cosa mejor. El ascensor no funcionaba, así que bajó por las
escaleras usando la linterna de su móvil. Fue caminando por la calle General
Ricardos hasta el río Manzanares. Por el camino veía a chicos y chicas con
originales disfraces, tal vez al año siguiente ella se animaría también.
Esa noche había luna llena. Luna vio a su tocaya reflejada
en las aguas del Manzanares, y pidió como deseo aprobar entre junio y
septiembre todas las asignaturas en las que se había matriculado aquel año. El
amor también estaba entre sus deseos, pero consideró que eso ya vendría solo...
Fue caminando despacio, de vuelta a su casa. Con luz o sin luz,
quería acostarse pronto. Al día siguiente no tenía que madrugar en exceso por
ser festivo, pero había hecho muchas cosas y necesitaba descansar.
Al aproximarse a su edificio, vio luz a través de algunas
ventanas. Felizmente, habían reparado la avería y ya no estaban a oscuras. Al
entrar en casa, la tele estaba puesta, ya que la había encendido justo antes
del apagón. En ese momento estaban emitiendo un programa sobre el verdadero
origen y significado de la celebración de Halloween.
Luna se quitó las botas y los calcetines, como se disponía a
hacer antes de quedarse a oscuras. De repente notó que algo le hacía cosquillas
en las plantas de los pies... era su gata.
“Samhain, mañana me vas a hacer compañía mientras estudio
cálculo infinitesimal”, dijo rascándole el lomo. “Te dejaré que te tumbes sobre
los apuntes de álgebra lineal, que no los usaré”.