a veces ocurre que la literatura y los comics se adelantan a
su tiempo, y de algún modo predicen el futuro. hay variados ejemplos, desde los
viajes espaciales que vaticinaba julio verne...
...hasta el “zapatófono” que usaban mortadelo y filemón,
precursor del actual teléfono móvil. :P
hay un fenómeno psicológico llamado profecía autocumplida.
crees que va a ocurrir algo malo, y ese miedo te lleva a actuar de tal manera que
estás favoreciendo aquello que temes. por poner un ejemplo tonto: piensas que una
asignatura es imposible de aprobar, te sientes desmotivado, no atiendes en clase de esa asignatura, la pones al final de tus
prioridades a la hora de organizar tu tiempo de estudio... y así, claro, lo normal es
que no apruebes.
en el libro ‘el peligro de estar cuerda’ de rosa montero -del
que ya hablé en una ocasión-, cuenta una historia ficticia que tiene algo de profecía
autocumplida... en realidad, según la autora, es un chiste muy conocido, pero
yo nunca lo había leído o escuchado antes. así que os lo transcribo tal como
ella lo cuenta.
“Un viajante de comercio va conduciendo un coche alquilado
en mitad de una noche tormentosa y en una zona remota del país, y tiene la mala
suerte de pinchar una rueda. Sale del vehículo para cambiarla y descubre con
horror que no hay gato mecánico, ya sabéis, ese pequeño elevador que se mete debajo
del coche para alzarlo. Desesperado, mira alrededor: oscuridad total, campos
vacíos, una lluvia torrencial anegándolo todo. Sólo se atisba una débil luz
allá en lo alto de la colina, a unos seiscientos o setecientos metros. Una granja,
seguro. Al viajante no se le ocurre qué otra cosa hacer, así que decide acercarse
a pedir prestada la herramienta (el chiste proviene de esos tiempos arcaicos en
los que todavía no había móviles). Echa a caminar monte a través bajo el
diluvio, con el barro blando y frío colándose dentro de sus zapatos de ciudad. He
tenido suerte de que haya una granja cerca, va pensando; en una granja siempre
hay coches y tractores y de todo; me dejarán el gato, cambiaré la rueda y
directo al hotel a tomar un baño. Espero que el granjero esté despierto. La luz
está encendida, por lo menos. Aunque parece una de esas luces exteriores, de ésas
que se dejan prendidas toda la noche. ¿Y si está dormido? Esta gente del campo
se acuesta con las gallinas. Ufff, seguro que está dormido. Y roncando. Seguro que
voy a tener que aporrear la puerta media hora. Porque no habrá timbre, ya verás.
Y no me oirá. Venga a golpear la puerta hasta que al fin lo levante. No le va a
hacer mucha gracia que le despierte. Seguro que viene cabreado. Con el mal
humor que se gastan estos lugareños. Que si madrugan mucho y que si tal. Y la
desconfianza que nos tienen a los de ciudad. De puro ignorantes que son. Así que
lo mismo aporreo y aporreo la puerta y el tipo se mosquea y no me abre. Odian a
los desconocidos. Y yo desde el exterior diciéndole a voces que soy un
viajante, que estoy reventado de cansancio, que he pinchado y que esos hijos de
puta me han alquilado un coche sin gato, que si puede prestarme uno, por favor...
Y ahí lo mismo abre la puerta un poco, con la cadena puesta y un ojo de
borracho mirando por la rendija; y seguro que en esa cabezota desconfiada y
mísera le surge la sospecha de que quiero robarle, de que me he hecho un kilómetro
caminando campo a través bajo la lluvia helada en mitad de la noche para
robarle una maldita herramienta vieja. Y entonces me dirá: no tengo gato. Y me
dará con la puerta en las narices, me dejará plantado bajo el diluvio y
tiritando. A esas alturas de su soliloquio el conductor ha llegado a la granja;
se planta chorreando debajo de la débil luz de la entrada y golpea con
impaciencia la puerta, que, en efecto, no tiene timbre, pero que enseguida abre
el granjero. Y nuestro viajante de comercio le berrea: ¿Sabe qué le digo? ¡Que
se meta el gato por el culo!”.
es posible que a más de uno nos haya pasado algo parecido:
pensar que no vas a ser bienvenido en un sitio, que no vas a estar a la
altura, que van a rechazar lo que les propongas, que van a pensar esto o lo
otro sobre ti... y rumiar mucho estos pensamientos hace que vayas a la defensiva
desde el principio.
por ello, lo mejor es no comerse la cabeza más de la cuenta,
y no hacer caso a los profetas agoreros. hay que ver qué carácter tiene tintín
en esta ocasión, con lo comedido que suele ser. ;)