el otro día, en un probador de ropa, se me salió el móvil
del bolsillo en un mal movimiento y se me cayó al suelo. no se me rompió del
todo, pero sí quedaron muy perjudicadas la nitidez de la pantalla y la sensibilidad
táctil.
de todos modos, tenía cuatro años y ya daba señales de desgaste. ayer, que no tenía clases por la tarde, fui a por uno nuevo. esperaba no perder algunos chats y vídeos que para mí tenían mucho valor. estaba un poco estresado por un conjunto de circunstancias, ya sabéis, la vida del cuidador es dura...
justo antes de salir, una amiga muy especial me mandó un whatsapp diciendo: “mira, he escrito algo para ti”. ya de entrada me alegró la tarde. pensé: como tengo que llevar el móvil viejo cargado para que me hagan la transferencia de información, y se le gasta la batería sólo con mirarlo, leeré después lo de mi amiga.
la copia de todo el material audiovisual al nuevo móvil se llevó a cabo a la perfección. me salió más o menos al mismo precio que el antiguo en su día, y con el doble de memoria. nada más salir de la tienda, abrí el whatsapp, leí el texto de esta chica, y qué decir… dio un giro de 180º a mi día.
siempre fui un poco agonías, en plan de pensar que había suspendido un examen y luego lo aprobaba con nota.
en el probador donde mi móvil cayó siguiendo una trayectoria
parabólica, me estaba probando una camiseta y una bermuda para este verano. iba
a llevarme dos colores de cada prenda, pero para comprobar la talla, me bastaba
probármelas en un color cualquiera.
con estos posados, todos los años me pasa lo mismo: para el primer conjunto necesito hacerme varias fotos y aun así no quedo del todo contento con la elegida; en cambio, la foto con el segundo conjunto me sale clavada (dentro de mis limitaciones) y a la primera toma.
las chanclas no me las he probado todavía, pero la marca de
las que llevé el año pasado permanece. esta foto con un interesante libro que
espero leer en breve, es de hace un mes.