martes, 8 de abril de 2025

complejos

 

estoy terminando de leer la última novela de sara mesa, ‘oposición’. trata sobre una chica que trabaja en la administración pública, y a las pocas páginas me di cuenta de que era la propia autora, quizá en otra época de su vida...

la narradora dice llamarse sara, y en algún momento habla de su dificultad para pronunciar la letra r.

Me llamó Sada porque yo, con los nervios, dije Sada. A ver, Sada, de ti esperamos lo mejor, dijo, y aunque se suponía que era un elogio, yo lo interpreté más como advertencia.

busqué en youtube algún vídeo de cualquier entrevista o similar a la escritora sara mesa, y efectivamente tiene ese pequeño defecto de dicción, aunque no es muy perceptible. para ella no es un complejo: tal vez por su tipo de carácter innato o por haber crecido en un entorno sano, no le ha creado inseguridades. y eso es genial, porque a veces pueden hacerte creer ideas sobre ti que luego te limitan a la hora de relacionarte.

Para mí el frenillo nunca fue un problema. De niña no me quedó otra que enfrentarme a mis dificultades con datas y dosas, pero en mi mundo adulto me apañaba, no pasaba de ser una particularidad que como mucho provocaba alguna burla a la que no hacía el menor caso. Ahora, en el mundo profesional, era otra cuestión. Pronunciaba Echevadía, por ejemplo, o pdocedimiento, y parecía medio tonta. Muchos años atrás, una logopeda me había puesto una tabla de ejercicios aburridísimos, tipo repetir palabras y chasquear la lengua rítmicamente. Yo era poco constante y no sirvió de nada, pero ¿y si los retomaba ahora? ¿Funcionarían? Tiempo, desde luego, me sobraba, aunque cualquiera que me viese hablando sola me tomaría por loca. Busqué en internet ejercicios silenciosos que pudieran solucionar mi rotacismo, nombre técnico de mi problema en el frenillo, y llegué a una web donde se describían todo tipo de trastornos del habla mucho más graves y preocupantes que el mío, con detallados dibujos del aparato fonador.

esta novela, llena del particular humor irónico de la autora, lleva intercalados algunos dibujos. entre ellos, el de una pirámide, y es que en un capítulo habla de la organización piramidal donde se encuentra y su papel en ella.

así que, para darle un toque matemático a esta entrada -y dado que es lo único que se me da un poco bien-, he calculado el volumen de una pirámide cuya base es un cuadrado y cuyas caras laterales son triángulos equiláteros. es decir, todas sus aristas tienen la misma longitud.

el fin de semana pasado intenté hacer un retrato de sara mesa, basado en la foto suya que sale en la solapa de su libro. quienes me seguís en instagram lo habréis visto, no me quedó nada bien y por eso no lo compartiré por aquí. me salió una chica mona, pero que no se parece a la persona retratada. betty edwards, autora de ‘aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro’, siempre decía que hay que dibujar lo que ves, pero a veces la mente nos traiciona. ;) 

tenéis algún tipo de complejo o inseguridad que no os importe compartir? yo problemas de dicción no tengo, pero suelo hablar de una manera muy titubeante y entrecortada, desde pequeño, viene de serie.

martes, 1 de abril de 2025

tarde de colores

 

en el mes de marzo que acabamos de dejar atrás, nuestra amiga ginebra nos propuso un reto titulado trazos. había que elegir una entre varias pinturas a elegir, y escribir un texto inspirado en ella.

aquí está el mío. podéis imaginar que está “ligeramente” basado en mis experiencias vallecanas. ;)

Era viernes por la tarde. Ese día mi alumna de Entrevías no tenía clase por ser Carnaval, así que pude ir a la academia de dibujo desde mi casa, con más tranquilidad. Otros viernes, después de la clase de mates con esa chica tengo que salir corriendo hacia la academia, que está en Alto del Arenal. Todo queda dentro del maravilloso distrito Puente de Vallecas.

Me sobró tiempo, así que me di un paseo por las calles de alrededor. Ese día teníamos una clase teórica común para todos, sobre perspectivas. Me convenía estar despejado, por lo que tal vez sería una buena idea tomar un café. Dentro del mercado Galería Loyte hay un bar, así que allí entré.

Entre sorbo y sorbo de café, abrí una caja de preguntas en Instagram. “¿Cuál es vuestro rincón de pensar?”, con una viñeta de Esther y la canción ‘just my imagination’ de los Cranberries.

Ya se iba acercando la hora, me fui caminando despacio hacia la academia. La profesora y su marido –encargado de tareas administrativas– saludaron afablemente. Vi en un caballete un retrato en blanco y negro de una chica de cara triangular, ojos grandes y labios gruesos. Me recordó a la youtuber Yaiza Lillo, de quien tenía algunos vídeos pendientes por ver.

El retrato era en blanco y negro, posiblemente a lápiz y carboncillo, y con unos trazos algo ‘embarullados’, en el buen sentido de la palabra. Resultaba bello y armónico, y los rasgos de la chica resaltaban entre la maraña de trazos. Quizá más adelante, cuando practique más, pueda atreverme a desarrollar mi propio estilo. En alguna ocasión, la profe ya me animó a desdibujar algunos contornos. “¡Tu mente es muy ordenada, tienes que soltarte más!”, dijo riendo.

La clase de figura humana y perspectiva fue muy interesante. Como suele ocurrir, el ambiente era distendido, y surgieron algunas bromas y comentarios graciosos. Qué gran acierto fue elegir la academia en Vallecas, todo en ese barrio irradia alegría y vida.

Tras la explicación teórica, la profe nos puso a dibujar varios ‘muñecos’ –es como se llama al esquema básico de un cuerpo humano–, desde diferentes puntos de fuga. Nos propuso añadir más detalles al muñeco que estaba más en primer plano, así que yo hice una chica con una camiseta decorada con el símbolo hippie, unos vaqueros acampanados y unas sandalias. Podría ser una chica vallecana, en verano, eso sí.

Salí contento de clase. Incluso me dio tiempo a averiguar el título y nombre del artista de una canción que suele sonar en las clases: I’d really love to see you tonight de England Dan & John Ford Colley. El marido de la profesora pone unas playlist muy chulas de soft rock de los setenta y ochenta. Muchas canciones las conocía ya de antes, y otras las he descubierto.

Mientras recorría la avenida de la Albufera en sentido inverso, cuesta abajo, hacia la parada del autobús, miré si alguien me había respondido a la historia de Instagram. Y sí, había unas cuentas respuestas, tuvo más éxito de lo que había esperado. Una tarde bonita, de las que luego se recuerdan...