miércoles, 30 de noviembre de 2011

aprender a dibujar



28.01.2009

este libro me lo regalaron hace unos cuatro años. todo empezó porque me puse a buscar en internet información sobre técnicas para aprender a dibujar. encontré unos tutoriales muy interesantes, en los que hacían muchas referencias a este libro, aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro de betty edwards. me pareció muy interesante, y por eso lo pedí para reyes. la palabra ‘nuevo’ que veis en la portada escaneada se debe a que se trata de una revisión de la edición original.

además de ser una guía didáctica para aprender a dibujar, es un libro entretenido de leer porque cuenta cosas muy interesantes. empieza explicando, de una manera sencilla y amena, cómo nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios, cada uno de los cuales tiene capacidades y modos de percibir diferentes. el lenguaje, el cálculo numérico y la capacidad de razonamiento pertenecen al hemisferio izquierdo. la intuición, la creatividad y todas las formas de expresión no verbal son propias del hemisferio derecho.

el método de la autora se basa en utilizar al máximo las capacidades del lado derecho de nuestro cerebro a la hora de dibujar. la idea es dibujar exactamente lo que vemos en la foto o en el modelo que estemos empleando. lo cual es fácil de decir pero difícil de hacer... por ejemplo: si vamos a hacer un retrato, a dibujar un rostro humano, el lado izquierdo del cerebro tenderá a desagregar las partes que lo componen: los ojos, la nariz, la boca... y los dibujará no como se ven en el modelo, sino según la idea esquemática que tenemos en la mente de lo que son unos ojos, lo que es una nariz, lo que es una boca... y el resultado será que probablemente dibujaremos estos rasgos del rostro desproporcionados y caricaturizados.

por el contrario, el lado derecho percibirá los distintos elementos del rostro tal como los ve en el modelo. el lado derecho no se para a pensar si lo que ve es una nariz o qué es. simplemente se preocupa de dibujar las líneas que representan este rasgo tal como las ve. el rostro o cualquier otra cosa que se esté dibujando se percibe como un todo. por otro lado, el lado derecho del cerebro no tiende a establecer una secuencia lógica a la hora de emprender una tarea, como sería propio del lado izquierdo. por eso, para dibujar no es necesario seguir un orden, pues todas las partes son igual de importantes. siguiendo con el ejemplo del retrato, se puede empezar por el rostro, después los contornos externos de la cabeza, después el pelo... o cualquier otro orden que se prefiera.

una vez explicada esta base teórica, la autora dedica un capítulo a cada uno de los aspectos del dibujo: los contornos, la perspectiva, las luces y sombras, los colores... y en cada uno de ellos pone ejemplos y propone ejercicios para practicar lo que se ha enseñado. el capítulo que más grabado se me quedó fue el de la perspectiva. explicaba que el modelo que utilizamos tenemos que verlo siempre como una proyección en dos dimensiones, y dibujar las líneas con la longitud con que las vemos, no con la que tendrían realmente. volviendo al ejemplo del retrato, si nos basamos en la foto de una persona que está de semi-perfil, aunque nos "extrañe" que un ojo sea más grande que el otro, así es como tenemos que dibujarlo porque así es como se ve bajo ese ángulo. y si nos empeñamos en dibujarlos del mismo tamaño, el resultado final dará una sensación de desproporción.

con este libro no se aprende a dibujar de la noche a la mañana ni mucho menos, pero sí que enseña algunas cosas muy prácticas que hay que tener presentes a la hora de dibujar. y me gusta, sobre todo, porque trata un tema muy interesante como es la manera en que funciona nuestro cerebro. y lo hace de manera amena y entretenida, se puede leer como quien lee una novela.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

fantasía

el pasado mes de septiembre se organizó un concurso de relatos en el foro de trini tinturé. debíamos contar nuestro particular sueño de una noche de verano... éste era el mío. una fantasía muy tonta que tenía desde hace años y que convertí en relato...


Una tarde del mes julio había tenido que acercarme al barrio de Atocha a hacer una gestión. Nada más terminar, me disponía a salir de aquel laberinto de calles para encontrar la boca de metro por la que había llegado allí y regresar a casa. En otra época del año quizá me habría quedado un rato paseando por esas calles antiguas de Madrid, pero el calor que hacía no invitaba a ello.

Vi en un paso de cebra a una chica esperando a que no pasaran coches para cruzar. Me fijé en ella y me dije: “Es ella. No hay duda: alta, blanca de piel, pelo castaño, ojos rasgados, labios gruesos... y además recuerdo bien su cara”.

Ese día me encontraba en un estado de ánimo sereno ideal para abordarla. Si me contestaba mal no me afectaría en exceso, y seguramente no tendría más oportunidades de verla. Así que me lancé:

-Esto... Perdona, una pregunta... ¿Tú estuviste estudiando en la escuela de Industriales de la Politécnica, verdad?

-¡Pues sí! ¿Tú también, verdad? ¡Me suena tu cara!

Di un suspiro de alivio por dentro y pensé: “Ha recogido el guante y no me ha hecho sentir ridículo, menos mal”.

-Recuerdo que coincidimos en algunas clases -le expliqué yo-. En 2º de carrera iba a un grupo de tarde. Tú venías a clase de Ampliación de Química y de Métodos Informáticos.

-¡Pues sí, ahora que lo dices, es verdad! ¡Qué buena memoria! -exclamó ella.

-...Y recuerdo que siempre te sentabas delante del todo, en la parte de la izquierda.

-¡Pero bueno, si lo recuerdas mejor que yo misma! Pues sí, justo así era. La verdad es que estuve tres años luchando con asignaturas de 1º y de 2º, pero al final me di cuenta de que no era lo mío y dejé la carrera. Estudié Económicas, y ahora estoy muy contenta.

-Ya me di cuenta de que te habías ido de la escuela, porque no te volví a ver. Cuando estás allí, te da pena que la gente se vaya -le dije, y de inmediato sentí apuro de que se diera cuenta de que la tenía en mi punto de mira como un ‘amor platónico’-. Pero bueno, es una carrera muy dura -añadí, tratando de borrar el efecto de mi frase anterior-, y si no se está muy motivado es mejor buscar otra cosa.

-Claro que sí. Oye, vivo justo ahí al lado -dijo señalándome un edificio antiguo pero bien conservado-. ¿Por qué no subes a mi casa y seguimos hablando allí? Estoy sola, vivo con mis padres y ahora están de viaje.

Me dio un vuelco el corazón. Debí de haberle inspirado mucha confianza para que me invitara a subir a su casa. Con algo de temor, pero consciente de que era una oportunidad de hablar con ella y conocerla mejor, y de intercambiar nuestros datos de contacto, acepté.

-Ah... Pues bueno... ¡Venga, vale! -le dije, tratando de que no se notara mucho el temblor en la voz.

Por lo que había visto hasta ese momento, esa chica había cambiado para bien. Ahora era muy abierta y jovial, mientras que hace años, cuando estaba en la escuela, parecía muy seria y tímida. Eso era en parte lo que me inhibía en su momento para entablar conversación con ella.

Y además, estaba más atractiva. Antes iba siempre con una sudadera -o una camiseta si era verano-, un pantalón de pana blanco y unas deportivas. Hoy llevaba una camiseta de tirantes, un pantalón pitillo por media pierna y unas sandalias. Y tenía un peinado ondulado muy bonito, mientras que antes siempre llevaba el pelo muy liso y sin gracia.

Mientras subíamos al piso, le pregunté:

-Ah, por cierto, creo recordar que tú te llamabas María, ¿verdad?

-¡Ahí va, de eso también te acuerdas! -dijo ella, riendo-. ¿Cómo lo sabías?

-No me acuerdo bien -repliqué yo-. Supongo que escuché a alguien llamarte por tu nombre y se me quedó...

-¿Y tú cómo te llamas, a todo esto?

-Chema. Jose María, vamos, pero prefiero Chema, que lo otro es demasiado formal.

Llegamos a su piso. Nos dirigimos a su habitación. Había un amplio sofá-cama, y me invitó a sentarme. Ella se descalzó y se sentó con las piernas cruzadas.

-¿Tú estás en Facebook? -me preguntó.

Pensé: “¡Esto es telepatía! ¡Qué bien, no se lo he tenido que preguntar yo!”.

-Sí que estoy. Aparezco como Chema Sc. Pero ahora te paso mi dirección de correo, y así me encontrarás más fácilmente.

-¡Fenomenal! Yo estoy como Maria Soñadora.

-Mejor así, que sepamos directamente cómo encontrarnos. Es difícil buscar a gente a través de las listas de amigos de otras personas. Las amistades que se hacen en la universidad quizá no dejan tanta huella como las del colegio. Buscas a una persona en la lista de amigos de alguien, y si no la encuentras, a saber si es porque no tiene Facebook, o porque esas dos personas han perdido el contacto y no están agregadas...

Quizá estaba dejando entrever que había intentado buscarla en Facebook a través de los perfiles de amigos que ella había tenido en la escuela y que yo conocía. No para mandarle una solicitud de amistad, sino para ver si tenía una foto actual suya como imagen de perfil... Los amores platónicos de juventud son así de tontos.

Estuvimos hablando hasta que se puso el sol, de todos los temas que surgían: de la escuela de industriales en la que habíamos coincidido, de su facultad de económicas, de las becas y los trabajos... Teníamos mucha química, parecía que nos conocíamos de toda la vida.

Se hacía tarde y tenía que regresar a casa. Me acompañó al portal. Nos despedimos dándonos un par de besos. Era palpable que ambos lo habíamos pasado muy bien. Teníamos anotados nuestros datos -número de teléfono, dirección de e-mail, nick de Facebook-, por lo que a partir de entonces podíamos mantener el contacto si queríamos.

Llegué a casa y cené, aunque estaba inapetente. Tenía el estómago cerrado por la emoción. Había hablado con la chica que me gustaba tantos años atrás, y además nos habíamos hecho muy amigos. Teníamos una gran afinidad. Parecía todo ello un sueño.

Cuando terminé de cenar, encendí el ordenador y miré el correo. Entre los nuevos mensajes, me saltó a la vista uno que decía:

“Maria Soñadora quiere que la aceptes como amiga en Facebook”.

No, no había sido un sueño entonces...


viernes, 18 de noviembre de 2011

juguetes

19.02.2009


esta casa de muñecas se la regalé a mi madre por su cumpleaños. para hacerle la foto he retirado las cosas que había sobre el comodín donde está. pero esas dos muñequitas que veis, aunque no forman parte de la casa, las he dejado porque quedaban bien ahí.

la casa se puede abrir por la parte de delante. además, cuando tiene activado un interruptor, se ilumina por dentro, tiene música y se mueven las figuras.

verdad que es bonita? parece 13 rue del percebe.





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28.10.2008



a mi madre y a mi hermana les gustan los peluches de animales, y por eso en casa tenemos unos cuantos. algunos se los he regalado yo y otros se los han auto-regalado ellas. la verdad es que es un buen regalo para una chica. son bonitos y no suelen ser excesivamente caros.

se me ha ocurrido sacarlos de los armarios y las estanterías donde estaban, y hacerles una foto a todos juntos. los he ordenado según el tamaño que estos animalitos tienen en la realidad, para que de ese modo se note menos que el tamaño de los peluches no está precisamente a escala. un conejo más grande que un hipopótamo o un rinoceronte, va a ser que no...

de los que compré yo, el tigre, el león y la cebra son de imaginarium; y el conejo es de así.

mis preferidos son el rinoceronte y el hipopótamo. me hacen gracia por esos ojos tan angelicales que tienen.